El Matrimonio homosexual.

Esta carta abierta nació como un comentario al texto publicado por elfisia de hace un par de días y es una respuesta a los comentarios vertidos por personas que no sólo no están de acuerdo con los matrimonios homosexuales sino que odian el concepto e incluso se manifiestan por este motivo.

Aquí comienza:

Este texto no es con el que yo defendería el matrimonio homosexual por dos razones. La primera es que no es necesario meterse con el catolicismo u otras religiones para defender los derechos de los homosexuales y segundo porque da lugar a que gente en contra de los mismos se vaya por las ramas y no afronte el problema de cara.

De lo que estamos hablando aquí es de dar unos derechos a unas personas desposeídas de los mismos sin que ello afecte, y esto es importante, al resto de sus conciudadanos. Vuelvo a repetirlo por si a alguien no le ha quedado claro. Vamos a dar unos derechos a ciudadanos como nosotros que por su condición sexual se han visto y se ven discriminados por la sociedad a la que contribuyen como el resto y además, esto no va a afectar a los derechos y libertades del resto de la sociedad. A los heterosexuales españoles no nos van a obligar a casarnos con alguien con quien no queramos, ya sea de nuestro propio sexo, ya sea del sexo contrario. Y por supuesto ni a la Iglesia Católica, ni a ninguna otra, se la va a obligar a formalizar estas uniones dentro de su ámbito religioso.Vamos a ser una sociedad más libre. Pero es que ¿no lo entendeis?
Sé que vuestro medio de comunicación favorito es libertad digital o alguno de su entorno. Preguntaros y preguntadles cómo es que un medio de comunicación que pretende ser (yo no lo creo) tan comprometido con la libertad en este caso no defiende la libertad de las personas que quieren elegir por si mismas y sin ningún tipo de barreras, su forma de vida.

Si entramos en el debate de la palabra en sí misma, matrimonio, decir que para mí carece de importancia. A los que les importa realmente es a los muy religiosos y a los homosexuales.Teniendo en cuenta que la argumentación basada exclusivamente en una religión es discriminatoria de por sí, por que excluye del debate a los no pertencientes a dicha religión, que vivimos en un estado aconfesional y lo más importante, que el hecho de homologar la palabra matrimonio para este caso no va a traer ningún perjuicio para el resto de la sociedad, entiendo que se le debe dar la razón a los homosexuales cuando defienden el uso de esa palabra como medio para dejar de poner barreras entre ciudadanos de primera y ciudadanos de segunda.

Otro punto caliente del debate es la adopción. Debo resaltar, que la primera vez que pensé en el tema yo también me puse a la defensiva y me pareció que era llegar demasiado lejos. Comencé a buscar en mi interior qué razones objetivas tenía para poder estar en contra de esta posibilidad y descubrí que todas estaban basadas en unos prejuicios sociales adquiridos inconscientemente a lo largo de mi educación.Lo que un niño necesita es ser educado en una familia en la que se sienta querido y protegido. Las familias que deciden adoptar un niño suelen hacerlo por su imposibilidad para tener un hijo, sea esta imposibilidad del tipo que sea. Es tal el esfuerzo que dedican a la adopción que no pueden sino querer al niño adoptado con todas sus fuerzas. Multipliquen ese esfuerzo por infinito y podrán suponer el amor que recibirá el hijo de una pareja homosexual. La adopción de un hijo es algo muy serio y regulado por ley y pretender darle un sentido lúdico al esfuerzo de una pareja homosexual para conseguirlo es simplemente, ridículo.Argumentaciones en contra de la adopción del tipo "los niños necesitan una madre y un padre para recibir una buena educación" pueden ser rebatidas por millones de huérfanos e hijos de padres y madres separados. Otras de que "se van a convertir en lo que ven en casa" me parecen de la mayor simpleza. La preferencia sexual no se adquiere por una determinada educación. Esto lo demuestran millones de personas que son homosexuales y que tienen hermanos y hermanas heterosexuales que han crecido en su mismo entorno educacional.

La vida no es otra cosa que la búsqueda de la felicidad y dedicarnos a poner barreras para impedírsela a los demás es lo que está en contra de la vida misma. Dediquémonos a ser más justos con los que nos rodean y a tomar conciencia de los problemas cercanos o nunca podremos hacer lo mismo con los que están a miles de Km (léase Tercer Mundo, Irak, etc.).

Luis Giganto Pérez.